Hubo un tipazo llamado B.F Skinner, un psicólogo estadounidense que se hizo famoso gracias a su concepto de las “cakas de Skinner”, un experimento del comportamiento de las ratas. Skinner tomaba las ratas y las metía en jaulas, cada una con un distinto diseño. Había luces, botones, todo ese mambo. En un experimento, por ejemplo, cada botón estaba programado de la siguiente manera: su accionar podía activar, de manera aleatoria, una recompensa (comida) o una descarga eléctrica. Asimismo, cientos de otro experimentos dentro de ese mismo orden.
Lo que Skinner quería demostrar es que, para lograr que un animal se comporte de la manera exacta que pretendés, alcanza solo con diseñar su ambiente. Lo demostró de manera contundente. El entrenamiento es totalmente innecesario. Vos podés dejar al bicho todo el día metido en la caja y, cuando vuelvas, habrá desarrollado una serie de complejos comportamientos que vos ya diseñaste de antemano.
Si tenés dos dedos de frente te estarás preguntando lo mismo que yo: ¿es esto posible con humanos? Skinner pensaba que sí. En su libro Beyond Freedom and Liberty propuso una utopía conductista donde la sociedad estaría organizada condicionando el comportamiento humano con estímulos y castigos. Ingeniería social. Sí, un enfermo de mierda.
Cambiando de tema, ¿cuántas horas pasás en el día scrolleando (la red anteriormente conocida como) Twitter, Instagram, TikTok? Más allá de eso, ¿cuánto del contenido que consumís ahí es obra de tu curadoría y cuánto del algoritmo de la “plataforma”? Ya no vivimos en la utopía de los 90s y 2000s, cuando navegar internet implicaba usar los dedos y el cerebro para encontrar las conversaciones, información, noticias o los productos que vos quisieras. También dependía de vos evaluar la veracidad y confiabilidad de lo que leyeras.
Hoy en día, es todo mucho más automático. El 99% de la población consume internet a través de “plataformas” que les dan todo masticado. Al mismo tiempo, recolectan tus datos y preferencias para venderlos al mejor postor. Saben dónde vas, saben qué pensás, saben qué hacés, qué enfermedades padecés y saben hasta cómo te gusta coger. Es es el precio a pagar por “pasar el tiempo” viendo slop. ¿Vale la pena? Internet, que solía ser un pedazo de tecnología que nos permitía conectar con otros y obtener toda la información del mundo pasó a ser una herramienta de control que moldea nuestras vidas y cómo operamos en ella. En 20 añitos nada más.
Entonces, ¿tus pensamientos son realmente tuyos y tuyas tus decisiones? No, pero podés retomarlas. No es para nada difícil, y no, no tiene nada que ver con mudarse a Bluesky o Mastodon. Esta pieza no es publicidad ni propaganda.
Capaz soy una rara por pensar que lo mejor del la vida requiere un poquito de esfuerzo, pero tomar el control de tu experiencia online te va a tomar un día de laburito. Antes de que el feed nos cagara la cabeza con ragebait y estafas, existía el RSS. Todavía existe. Casi nadie lo utiliza y, sin embargo, es la forma más confiable de seguirle el paso a las toda la mierda que explícitamente decidiste que querés ver.
Usar un feed RSS es simple:
- Elegí un lector: acá tenés varias opciones: Feedly, RSSGuard (si sos un gordo open-source) o incluso es una opción de muchos navegadores.
- Una vez que tengas tu lector, es muy fácil encontrar el feed de cada página que te interese. Entrás a la URL del sitio y le agregás al final /feed o /rss. Por ejemplo, https://montserrat.com.ar/feed. Eso, lo cargás en tu lector de preferencia. Otros sitios también tienen directamente un símbolo que te manda ahí. U otros métodos. Googlealo, DuckDuckGoealo o, mejor, preguntale a un amigo.
- Profit.
Sin embargo, a esta altura nadie quiere tomar las riendas de su propia experiencia cibernética. Esto es por diseño, estás en una jaulita que te enseñó a ser así. ¿Vos querés seguir siendo ese borreguito? Si no empezamos a prestar atención, vamos a dejar que unos tecnócratas decidan qué nos importa y cómo nos comportamos. ¿Hace falta que te explique por qué eso es un peligro? ¿No viste Terminator? Media pila.
Si reducís el tiempo que pasás en feeds algorítmicos, vas a ser menos vulnerable a eso. Y si construís tu propia red de personas y fuentes confiables, vas a darte cuenta cuando te están vendiendo humo. Porque, no hace falta ni aclararlo, te están vendiendo humo TODO EL TIEMPO. No solamente las “plataformas”, también los portales de noticias e “información” en general. Y ojo, no son solo los medios truchos. Todos los portales son granjas de clics. ¿Cuántas veces viste la nota del bud-sex?
Todo lo que hace falta es un poco de voluntad, hermano. Muy bien, somos animales y todo lo que quieras, pero el espíritu humano es más fuerte. Es un problema de complacencia. Ojo, no quiero decir que dejemos de automatizar las cosas. Automatizar está buenísimo cuando hacés andar sola la cafetera. No así cuando automatizamos nuestro pensar y actuar.
El mes pasado, un diplomático argentino falleció trágicamente porque Google Maps lo mandó a meterse con el auto a una favela. Obvio, Maps siempre te va a tirar la ruta más rápida, y aparentemente no te va a avivar si te estás metiendo en la boca del lobo para “no estigmatizar”. ¿Te parece que a este tipo lo mandaron por el camino óptimo?
Está bien que nos apoyemos en las máquinas par hacer la vida más fácil, mas no dejarlas pensar y decidir por nosotros. ¿No querés pensar por vos mismo? ¿No querés tomar tus propias decisiones? Yo sí.